Consumerización de la tecnología y transformación de los usos de la comunicación

Parece que fue ayer. Tenía en mis manos un teléfono móvil NEC 341i de última generación con una cámara CIF de 0,1 Mega píxeles y conexión a Internet a través de un acceso GPRS clase 8 y un ancho de banda de 80 Kbps de bajada. Transcurría el año 2003 y mis amigos me veían como un friki.

Con aquel teléfono presumía de poder acceder al correo electrónico, mapas de ciudades, páginas amarillas, juegos y otros servicios del portal “eMoción”, aunque por el escaso ancho de banda y la bisoñez de los servicios, podía tardar hasta 10 minutos en encontrar una calle de Madrid.

Con la perspectiva del tiempo uno reconoce que aquel dispositivo no dejaba de ser una prueba de concepto y que solo usuarios aventajados con conocimientos en tecnología eran capaces de usarlo para, por ejemplo, hacer una foto y enviarla por correo electrónico.

Hoy, diez años después, las cosas han cambiado mucho. Un fin de semana cualquiera, en carretera camino de Ciudad Real, un usuario medio de smartphone, nada fanático de la tecnología, puede encontrar el mejor restaurante para comer una perdiz estofada, reservar mesa para cuatro, encontrar la mejor ruta y calcular la hora de llegada. Todo ello sin necesidad de bajarse del coche. Y una vez en el destino hacer una foto del plato de la jornada y publicarla en su red social para envidia de todo su entorno.

Esta situación que en el 2003 podía parecer ciencia ficción, se ha convertido en algo cotidiano incluso entre los tecnófobos. Además de ser testigo de esta historia, la anécdota me lleva a una reflexión personal para entender cómo hemos llegado a este momento y cómo están cambiando los usos de la comunicación.

Un análisis profundo, con certeza arrojará numerosas causas que han desembocado en la extensión del consumo de la tecnología (consumerización) que actualmente observamos, pero cualquiera percibe que tanto el smartphone como su hermana mayor, la tableta, han sido el motor de esta trasformación. Ambos ponen el mundo multimedia al alcance del consumidor y hacen que la experiencia del usuario con la tecnología sea intuitiva y fácil de manejar.

Estamos siendo testigos de que la tecnología está cambiando los usos y hábitos de la vida cotidiana y un aspecto del que no se libra de esa transformación es la comunicación.

Tradicionalmente la comunicación entre personas se ha venido apoyando casi de forma exclusiva en la voz como canal. Sin embargo, el mundo multimedia de los dispositivos de consumo está haciendo que aparezcan canales (media) adicionales que enriquezcan la comunicación de los usuarios.

El vídeo es un ejemplo de los nuevos usos en la comunicación. Aquellos que viajan con asiduidad saben que con frecuencia una conversación telefónica para comunicar la llegada al destino no dura más de dos minutos. A veces incluso con un mensaje de texto se notifica la ausencia de novedades. Sin embargo los que hacen videollamadas (Skype o Facetime son ejemplos de plataformas que permiten videollamadas gratuitas) saben que las conversaciones son mucho más largas. La razón es simple, la conversación es más rica y por tanto se enriquece la experiencia del usuario fomentando la comunicación.

Las redes sociales son otro ejemplo de nuevo canal en la comunicación. Nos comunicamos con nuestro entorno social (personal, amistad, familiar, profesional, etc) mediante la difusión de mensajes para indicar nuestro estado de ánimo, proponer un restaurante, la ruta que hemos hecho en bicicleta, tendencias del sector profesional en el que trabajamos, etc. Obviamente cada tipo de mensaje tiene su foro específico. Además, con frecuencia enriquecemos dichos mensajes de manera visual, con fotografías o vídeos.

Los nuevos usos de la comunicación multimedia nacen en el ámbito personal y proliferan porque nos aportan valor. Es decir, enriquecen la comunicación. Sin que nos demos cuenta su uso nos está arrastrando a todos: a los usuarios avanzados que los emplean antes de que estén maduros y a los tecnófobos que se ven envueltos en la marea de la comunicación gracias a la facilidad de uso de los dispositivos móviles y a la adopción de

forma masiva del entorno social con el que se comunica.

Somos testigos de la transformación de los hábitos de comunicación no solo en el plano personal. También empezamos a incorporar esos nuevos usos en el plano profesional por la misma razón: porque aportan valor.

De la misma manera que en el terreno personal, en el plano profesional vemos que la comunicación multimedia enriquece la conversación entre empleados, clientes o proveedores. El vídeo es un media que incorporamos a la comunicación incluso después de haber finalizado la conversación (mediante el envío de videomensajes instantáneos, grabaciones de sesiones de colaboración, etc.).

Por otra parte, si bien las múltiples posibilidades de las redes sociales como canal de comunicación no son tan patentes ni generales en el terreno profesional como en el personal, en determinados ámbitos aportan sin duda un valor de negocio que demanda su integración en las plataformas de comunicación corporativa.

El entorno corporativo es más exigente que el personal y por eso demanda que la gestión de la comunicación sea capaz de llevar la misma conversación a través de cualquier media (presencia, mensajería instantánea, voz, vídeo, compartición de aplicaciones, etc.), a cualquier dispositivo y a múltiples participantes al mismo tiempo. Incluso, que se puedan añadir o quitar distintos media en la misma conversación de forma dinámica. Todos estos aspectos enriquecen y hacen más productiva la comunicación.

La influencia de los aspectos que enriquecen la interacción comunicativa a nivel personal está transformando la comunicación en la empresa. Gracias a que la tecnología es cada vez más potente, más fácil de usar y con un alcance poblacional cada vez mayor. Estas razones hacen que se pueda afirmar que la consumerización de la tecnología está transformando los usos de la comunicación tanto en el plano personal como en el de la empresa.