Convivir con la incertidumbre. Editorial de octubre

03/10/2013 - Blog

Si hay algo que nos atenaza a los humanos es la incertidumbre. Es inherente a la persona ese sentimiento que cuesta definir y a la vez es una mezcla de inseguridad, desconfianza, duda, indecisión…

¡Qué bien nos sentiríamos si tuviéramos todo controlado: la salud, la familia, el trabajo, la economía… en resumen, el presente y el futuro! Todas nuestras energías irían netamente dirigidas a conseguir nuestros propósitos sin derroche de esfuerzo físico y psíquico. Sin embargo, si analizamos en general todas las circunstancias que nos rodean y especialmente en los últimos años, podemos percibir cómo nuestras certidumbres son más bien escasas y, si además nos circunscribimos al ámbito empresarial, se ha desmoronado la idea de que las empresas, los negocios, los empleos son estables y para siempre.

A todos nos gusta, cuando planeamos un proyecto y fijamos todos los parámetros por los que controlarlo y gestionarlo, que éstos se vayan cumpliendo según los hitos marcados. Cuantos más factores nos rompan los esquemas y el camino trazado, más toma cuerpo y rompe nuestro equilibrio la incertidumbre. En realidad, nunca podemos tener todo controlado y debemos ser consecuentes con ello, pero quizá en nuestra obstinación no asumimos a tiempo los cambios que tenemos que afrontar, y es entonces cuando se produce el proceso de la activación de todos nuestros mecanismos en negativo: frustración, ansiedad, pesimismo. ¿Sirve para algo? Pues evidentemente no, porque nos atasca el pensamiento y arruina en muchas ocasiones nuestra capacidad de reacción de forma efectiva.

En un artículo publicado en junio en un periódico nacional aparecía un magnífico ejemplo que ilustra lo que intento explicar. Se comentaba cómo el río sale de la cumbre de la montaña con el objetivo de desembocar en el mar. En su camino se encuentra piedras, montes, desniveles que tiene que bordear o sortear, e incluso en ocasiones se hace subterráneo para volver a aparecer, hasta que finalmente llega a su destino, el mar. En sentido contrario nosotros planificamos en línea recta y cuando nos encontramos los obstáculos nos empeñamos en seguir en esa línea recta. Sin embargo, si hiciésemos como el río, bordear, coger otro sendero, manteniendo la visión de nuestro objetivo, podríamos incluso disfrutar del recorrido y asumir esa incertidumbre como parte del propio proyecto.

Un cierto nivel de incertidumbre nos pone en alerta, nos mantiene firmes en nuestros propósitos, pero debemos aprender a convivir con ella, no a estar subyugados a sus efectos perniciosos sobre nosotros. Debemos restablecer el equilibrio desde la aceptación de lo que nos toca vivir, de no frustrarnos por la no consecución de un proyecto, asumir que se necesita un proceso de espera y adaptación en el que debemos ser totalmente activos en positivo, buscando esa salida al mar.

La historia del ser humano podemos leerla en realidad como la secuencia en el tiempo de la evolución de sus incertidumbres. Ampliando el concepto del vocablo, la vida en sí misma es una absoluta incertidumbre, porque nunca sabemos cuándo tiene su final y, sin embargo, en general vivimos y afrontamos nuestros proyectos y compromisos como si fuera infinita, hecho que asumimos como algo natural. Está claro que la única manera de afrontar individualmente la incertidumbre es convivir con ella, asumirla y aceptarla como algo intrínseco que nos toca vivir, y, desde esa plataforma, actuar de forma activa para conseguir nuestros propósitos y salvar, como el río, todos los obstáculos que nos salgan al paso.

En el mundo empresarial no solo hay que hacer esto mismo, sino además hacerlo en equipo, porque los proyectos y sus consecuencias afectan a todo el colectivo y, atendiendo a las responsabilidades de cada uno, todos debemos aportar ese punto de sensatez, visión tranquila, análisis de la situación y a la vez arrojo, valentía y cintura para tomar el rumbo que en cada momento se precise. Muchos son los problemas que a diario debemos afrontar, problemas y soluciones que en muchas ocasiones no buscamos ni dependen de nosotros, sino que sobrevienen o emergen desde el exterior. Sin embargo, nuestra actitud ante los mismos, nuestra capacidad de reacción sin que la incertidumbre nos bloquee pueden ser suficiente reactivo para la superación de los mismos.

A modo de final apunto una frase célebre de J. Thurker: No mires hacia atrás con ira, ni hacia adelante con miedo, sino alrededor con atención.

JESÚS ÁNGEL MUNILLA Director de Financiero de Masscomm

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