INDUSTRIA 4.0. EL FACTOR HUMANO.
El verdadero viaje de descubrir no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con otros ojos.
Marcel Proust.
Me hallaba en la encomiable tarea de explicar a mi hijo en que consistían los recursos literarios de la personificación y la hipérbole, cuando me di cuenta de que hay hoy en día un aspecto de nuestra realidad próxima que pareciera que usa dichos recursos de la lengua para definirse cual si de un texto se tratara: La Industria 4.0.
La personificación básicamente es una figura retórica que consiste en atribuir cualidades humanas a los objetos inanimados y la hipérbole el recurso de la exageración.
Cuando oigo reiteradamente respecto a la Industria 4.0 que la robótica y la automatización serán los principales drivers de esta cuarta revolución industrial; cuando se afirma que los robots entrarán en todas las áreas de nuestra vida y que ya pasan de trabajar para los humanos a trabajar con los humanos e incluso se hace un guiño a un futuro donde la sustitución de nuestros actuales empleos se llevará a cabo por la automatización; cuando mediante conclusiones como la de un estudio de la Caixa que afirma que un 43% de los puestos de trabajo actualmente existentes en España tiene un riesgo elevado (con una probabilidad superior al 66%) de poder ser automatizado a medio plazo, creo que caemos en esa hipérbole o exageración, en fantasía. Llevado al límite, creo que nos dejamos llevar por esa fantasía que en 1950 llevo a Isaac Asimov en sus célebres relatos “Yo, Robot” a preconizar un futuro hiper-robotizado donde los robots toman conciencia y se consideran una creación al mismo nivel que los humanos.
Tampoco con ello pretendo negar la evidencia, no quiero caer en la ceguera de no reconocer que estamos ante un fenómeno social y tecnológico de alto calado. Cierto es que es una realidad que no tiene marcha atrás y que condicionará nuestro futuro.
Pero también es necesario que pongamos en su justo término y con mayor objetividad lo que acontece y cuáles son las influencias del factor humano en este próximo capítulo de nuestro desarrollo como sociedad.
Aunque las programas informáticos sean incluso capaces de aprender por si solos, y empiecen a mostrar rasgos más propios de la inteligencia humana, están lejos de tener las cualidades tan exclusivas y determinantes del hombre como son el sentido común, la conciencia o las capacidades sociales y creativas.
Puede ser verdad la realidad de un mundo donde se espera que 50 billones de productos estén conectados a internet en 2020, pero también es cierto que en la industria 4.0 las personas siguen siendo esenciales. Cambiarán los puestos de trabajos manuales y rutinarios por otros más cualificados, conceptos tradicionales de trabajo y empleo serán redefinidos, pero no desaparecerán como algunas personas se empeñan en mostrar.
Según un reciente estudio del World Economic Forum, las habilidades menos requeridas en el 2020 serán las físicas (4%) y las relacionadas con los contenidos (10%), mientras que las más demandadas serán las de resolución de problemas complejos (35%) y las de relación social (19%). Se precisarán capacidades de conocimiento, naturalmente, pero mucho más de imaginación para idear soluciones o para innovar nuevos procesos; de liderazgo, naturalmente, pero especialmente en entornos complejos; de trabajo en equipo, naturalmente, pero fundamentalmente enfocadas a la realización de trabajo colaborativo o dicho de otra forma, cuando estamos, que estaremos, permanentemente conectados.
Por otro lado, las personas serán las encargadas de conceptualizar y diseñar el producto. Los puestos de trabajo serán valorados por la creatividad y las soluciones genuinas que aporte.
Por último creo que no debemos perder de vista por qué esta nueva revolución está en camino. La Industria 4.0 surge para ser solución a situaciones precedentes, se desarrolla en base a la necesidad de ser más competitivos y eficaces, más eficientes en la utilización de recursos, para ser, a la postre, económicamente más rentables. Es decir estas soluciones no son un fin en sí mismo, son una vez más una herramienta del hombre y para beneficio del hombre. Sería absurdo pretender que la propia herramienta sea perjudicial a los humanos como sociedad.
El éxito de cada empresa, que a este desarrollo social y tecnológico se aproxime, o por él se vea afectada, es el de potenciar aquello que nunca será sustituido, aquello que se necesita para completarlo, para darle sentido humano, racional y económico, aquello que le hace crecer como sociedad: el factor humano.
Creando equipos directivos y de profesionales que cohabitando con los más avanzados retos tecnológicos, que aprendiendo de todo lo que suponga un acercamiento a un mundo más comunicado y en comunicación, potencien su faceta más puramente humana de entendimiento, sentido común y creatividad, se estará tomando un rumbo acertado hacia la consecución de resultados satisfactorios.
Creo que el colectivo de profesionales que componemos el grupo Osaba hace tiempo que nos movemos en pos de alcanzar la competencia necesaria para entender y atender esta nueva concepción del valor aportado por la tecnología. La Industria 4.0 nos es propicia por que la sabemos entender, utilizar y anticipar.
No es fácil, pero es necesario. No está garantizado pero hay que intentarlo.
Ya he leído un eslogan que me motiva y que por contener esta idea que pretendo trasmitir puede poner el colofón a este editorial: TALENTO 4.0 para la INDUSTRIA 4.0.
…yo, No Robot.
Juan Jerez
Director Nacional Sistemas de Seguridad y Food Defense e Industria 4.0.